Información de la OEA sobre el Caso de la Zona Limítrofe el 20 de abril de 2016 expresado en la versión en el idioma español:
El 4 de abril de 2016 el presidente de Guatemala Jimmy Morales se reunió con Luis Almagro, secretario general de la Organización de los Estados Americanos (OEA), y conversaron sobre el último hecho violento ocurrido en la zona de adyacencia que cobró la vida de un niño de 13 años.
Durante el encuentro, el mandatario de Guatemala solicitó al Secretario General de la OEA una investigación desde la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) sobre este caso.
Luis Almagro, secretario general de la OEA, reconoció la delicada situación del caso y manifestó que es indispensable una “paz duradera” en la zona de adyacencia, y mencionó que apoyará la solicitud de Morales en cuanto a investigar desde la OEA el incidente.
El 26 de agosto de 2016 la Comisión Independiente convocada por la Organización de Estados Americanos (OEA) presentó el informe sobre la investigación de la muerte del niño guatemalteco, Julio Alvarado muerto a tiros en abril en la zona de adyacencia entre Belice y Guatemala. Los investigadores del ente internacional determinaron que la muerte del niño fue debido a una actuación en defensa propia de los soldados de la Fuerza de Defensa de Belice.
Después de las presentaciones de la Comisión Independiente convocada por la OEA, Guatemala dice que el informe no es concluyente y deja demasiados cabos sueltos.
A continuación se muestra la opinión "Un informe que enreda las cosas" publicada hoy el 29 de agosto de 2016 en elperiódico por Édgar Gutiérrez:
El informe de la comisión independiente integrada por la OEA para investigar la muerte violenta, ocurrida el pasado 20 de abril, del menor guatemalteco Julio René Alvarado Ruano, en la zona de adyacencia administrada por Belice, no es concluyente y deja demasiados cabos sueltos. Lo único claro es que las armas empleadas no son de uso oficial del Ejército beliceño, pero sí de una ONG (una suerte de grupo paramilitar, parece) bajo control de esa fuerza armada, lo cual es mucho más grave a la luz del manejo profesional de la seguridad en una zona tan sensible.
La declaración del agresivo (por razones de política interna) primer ministro de Belice, Dean Barrow, demandando al gobierno de Guatemala “una disculpa” formal (agencia EFE, 26/08/16), es precipitada e irresponsable, aún más seria que la del presidente Jimmy Morales, el 21 de abril desde EE. UU. El informe de la comisión de la OEA para nada reivindica al Ejército de Belice, y aunque deja enormes lagunas en la reconstrucción de los hechos, es claro que las fuerzas armadas no fueron ajenas a la tragedia que, en Belice, por lo visto, ni se discute su impunidad. La responsabilidad de la armada beliceña no solo es táctica, es también estratégica, y sobre ese asunto debe deliberar la OEA.
La misión fue integrada por dos científicos, el Dr. James Hamby, un especialista forense en gestión de laboratorios y armas, de 75 años, ya jubilado del Ejército de EE. UU., quien además fue coronel de la Guardia Nacional de Reservistas de Indiana. Y la doctora Patricia Rosa Linda Trujillo Mariel, miembro de la Policía Federal de México, jefa de Criminalística en la División de Ciencias Forenses, con más de 36 años de experiencia. Sus credenciales de forenses son inobjetables, pero no son investigadores criminales en sentido amplio, necesitaban un director/a de orquesta, por eso el análisis de la información y de los testimonios no coincidentes de testigos y de referencia, es superficial y no se asoman a (o al menos no incluyen en su informe público) conclusiones categóricas, ni recomendaciones.
Por ejemplo, ¿cuál es la relación (protocolo) entre los miembros armados con escopetas y fusiles (del calibre que mataron al niño guatemalteco de 14 años) de la ONG Friends for Conservation and Development, con los mandos de las Fuerzas de la Defensa de Belice? El problema con un informe pobre en términos de esclarecer circunstancias y contextos, elaborado por dos especialistas de la misma rama, es que queda sujeto a interpretaciones, dando paso a la inmediata proclama de supuestas (y pírricas) victorias, volviéndose lo que una investigación nunca puede ser: herramienta discrecional para una provocación –como ahora el ministro Barrow– que antes que contribuir a restañar heridas y buscar horizontes que permitan superar los problemas, los complican. Si la OEA quiere cumplir bien su rol y ayudar a mantener la paz en la zona de adyacencia, tendrá que volver sobre el tema y ser mucho más agresiva con recomendaciones para las partes.
Fuentes: © OEA | Soy502 | elPeriódico | Emisoras Unidas | Noticias Terra | Nosotros Unidos Con Belize; Foto: © Love FM
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