La Frontera entre México y Belice tiene una longitud aproximada de 278 km, incluyendo los que corresponden al límite marítimo de la Bahía de Chetumal. Los estados mexicanos de Campeche y Quintana Roo colindan con los distritos beliceños de Orange Walk y Corozal. Después del descubrimiento de América, los españoles habían explorado la costa de Belice, pero hasta mediados del siglo XVI no existían establecimientos permanentes, solo algunos grupos misioneros habían tratado de evangelizar a los indígenas (Toussaint, 1993: 19-21).
La atracción que el Nuevo Mundo ejercía en Europa despertó la codicia y el deseo de dominio económico y político de Isabel I, entonces reina de Inglaterra. Para lograr sus fines alentó la piratería no solo con el objetivo de obtener tierras en el Nuevo Mundo, sino también adueñarse de las riquezas que transportaban los barcos españoles desde América hacia España. De tal manera incitó Isabel I esa actividad que durante su gobierno varios piratas se convirtieron en figuras sumamente populares y atractivas en Inglaterra (De Ita, 2001: 13-17), e incluso, en función del poder económico y bélico que le representaban, les otorgaba el título nobiliario de Sir.
En la isla Tortuga se había instalado un grupo que se autodenominaba "La Cofradía de los Hermanos de la Costa"; estaba formado por piratas de varias nacionalidades principalmente ingleses, franceses y holandeses, cuya principal actividad era atacar a los buques y puertos españoles (De Vos, 1993: 65). Dos de ellos, John Hawkins y Francis Drake llegaron a utilizar el territorio de Belice y las costas de Yucatán y Campeche, para refugiarse y abastecerse de agua y comida (Toussaint, 1993: 22). Poco a poco se fueron instalando, cambiando su actividad de bucaneros a filibusteros, se apoderaron de islas, lagunas y barreras coralíferas de la costa yucateca que, además de proporcionarles escondite, les permitía de vez en cuando unirse a otros piratas y atacar los barcos mercantes y los puertos españoles. Campeche, Bacalar y Santa María de la Victoria, que estaban situados en la costa, sufrieron varios saqueos de parte de estos grupos. Las autoridades españolas, ante la incapacidad de desalojarlos, optaron por amurallar Campeche y mudar las otras dos poblaciones para el interior. En 1655 las tropas inglesas se apoderaron de la isla de Jamaica y los saqueos empeoraron, pues contaban con la protección del gobierno británico. En 1667, se declaró a la piratería una actividad fuera de la ley, y si bien los saqueos a los barcos disminuyeron, el filibusterismo aumentó, los ingleses se apoderaron de ricas zonas madereras en el litoral, principalmente en la Laguna de Términos, la bahía de Chetumal y Bacalar, en la costa oriental de Yucatán y en la desembocadura del río Belice, explotaban y comercializaban con el palo de tinte.
En el siglo XVIII, la corona española expulsó a los antiguos piratas de Yucatán, con excepción de Belice, en donde se había instalado un grupo de madereros que, además de explotar este recurso, desplazaron a la población nativa e importaron grandes contingentes de esclavos negros para hacer el trabajo de corte en los montes; estaban tan enraizados en Belice que fue imposible sacarlos. Ante esto, en 1763 España firmó con Inglaterra el Tratado de París, en donde aceptaba la ocupación inglesa; en 1783 les ratificó la concesión y en 1786 les dio una ampliación, permitiéndoles cortar además del palo de tinte, cedro y caoba, y les autorizó a ocupar las casas y los almacenes que necesitaran para ellos y sus familias en un territorio comprendido entre el mar y los ríos Belice, Nuevo y Hondo. En 1786 la corona española les concedió una ampliación al territorio anterior, el situado entre los ríos Belice y Sibún, y aunque les recalcó que estas tierras pertenecían a España, con esta nueva extensión territorial se fortalecieron e introdujeron mil quinientos esclavos más. Inglaterra, aprovechando la debilidad que pocos años después experimentó España, violando el acuerdo que tenía, ejerció soberanía en estas tierras, extendiendo el área de explotación hacia el occidente y sur, en detrimento del territorio de España, y a pesar de que esas tierras solo se les habían concedido en usufructo, los cortadores beliceños, una vez agotados los recursos forestales, avanzaron hasta el río Hondo primero y después hasta el río Grande, Moho y finalmente hasta el Sarstoon, a pesar de la resistencia de los pobladores mayas localizados en esas regiones.
En 1823, el presidente Guadalupe Victoria se reunió con Patrick Mackie, representante inglés y solicitó que esa nación reconociera la Independencia de México; en respuesta el gobierno inglés envió como diplomáticos a James Morier y Henry George Ward, quienes negociaron el primer Tratado de Amistad, Comercio y Navegación entre México e Inglaterra, mismo que fue firmado el 6 de abril de 1825 (Zorrilla, 1984: 757). En 1826 México y Gran Bretaña firmaron un acuerdo; el primero se comprometió a no interferir con las actividades de los cortadores de las compañías inglesas, mientras Inglaterra intentaba que España admitiera su posesión y soberanía sobre Belice. En 1836, al reconocer finalmente España la independencia de México, no mencionó lo relativo a Belice debido al compromiso anterior con Gran Bretaña (Toussaint, 2004: 103). Cuando en 1859 Inglaterra y Guatemala firmaron un convenio, se inició la pérdida real de ese territorio, ya que la segunda aceptaba y cedía a Inglaterra
todo el terreno al norte del río Sarstoon y al oriente de una línea recta tirada desde los raudales de Gracias a Dios en aquel río hasta los de Garbutt en el río Belice, y desde allí, al norte, hasta tocar la frontera mexicana" (De Vos, 1993: 76);Inglaterra a cambio, se comprometía a facilitar a Guatemala una salida al mar a través del territorio ocupado por los cortadores, por el medio que deseara, terrestre o fluvial; sin embargo, Inglaterra nunca cumplió con este compromiso.
En México, durante el imperio de Maximiliano, José Salazar Ilarregui, entonces Comisario Imperial de Yucatán (1865) señaló que los ingleses solo tenían permiso de explotar la madera, pero el territorio pertenecía a Yucatán. Los gobiernos posteriores tampoco aceptaron la cesión del terreno que solicitaba Inglaterra, por lo cual los representantes ingleses encontraron en la guerra de castas que se desarrollaba en Yucatán una salida para lograr la obtención del territorio, ya que, en forma clandestina, proveían armas a los indígenas sublevados, haciendo interminable la guerra y debilitando al gobierno de Yucatán para forzarlo a que cediera esos terrenos. Después de la firma del Tratado de Límites entre México y Guatemala (septiembre 27 de 1882), Inglaterra volvió a insistir en un arreglo de límites. El 13 de julio de 1883, Sir Spencer Saint John llegó a la ciudad de México como enviado de la Reina Victoria de Inglaterra a intentar reanudar las relaciones que se habían roto desde la época de la Intervención Francesa (Cosío, 1974: 774).
Diplomáticamente las pláticas entre Ignacio Mariscal de México y Sir Spencer Saint John de Inglaterra se desarrollaron de manera adecuada, Saint John había recibido de su gobierno la sugerencia de forzar el arreglo para que la frontera se estableciera mediante límites naturales, con lo que se notaba la intención de Inglaterra a ganar terreno mediante el reconocimiento del río Sarstoon en el sur y el río Hondo por el norte; los problemas políticos de México influyeron en el retardo de las negociaciones, y mientras la guerra de castas en Yucatán no tenía fin, este gobierno sabía que desde Belice se proporcionaban armas a los sublevados yucatecos, por tanto, con el objeto de terminar definitivamente la guerra, la legislatura de Yucatán presentó una propuesta al gobierno federal en septiembre de 1 892, ofreciendo reconocer el establecimiento de los cortadores como colonia británica a cambio de que Gran Bretaña se comprometiera a detener el tráfico de armas y a establecer, de común acuerdo, los límites internacionales. La Comisión Mexicana de Límites, que trabajaba en la frontera con Guatemala recibió instrucciones de prolongar el paralelo 17° 49' indefinidamente hacia el este, sin embargo, la insistencia de Saint John y el objetivo de no tener más problemas en esa frontera llevaron a Mariscal a aceptar el siguiente arreglo:
México aceptó ceder territorio hasta el río Hondo y dividir la bahía de Chetumal, a cambio de que los ingleses se comprometieran definitivamente a terminar con el tráfico de armas y a no seguir avanzando sobre el territorio mexicano, como lo habían hecho hasta entonces. Finalmente, el 8 de julio de 1893, México y Gran Bretaña firmaron el Tratado de Límites entre México y Honduras Británica, donde se hacía mención del Límite acordado entre Guatemala y Gran Bretaña, firmado el 30 de abril de 1850 que lo señalaba como sigue:
Comenzando en la Boca del río Sarstoon en la Bahía de Honduras, y remontando la madre del río hasta los raudales de Gracias a Dios; volviendo después a la derecha y continuando por una línea recta tirada desde los raudales de Gracias a Dios hasta los de Garbutt en el río Belice, y después de los raudales de Garbutt Norte derecho, hasta donde toca con la frontera mexicana.El Tratado de Límites entre México y Belice
El Tratado de Límites firmado el 8 de julio de 1893 entre Ignacio Mariscal representante de la República Mexicana y Sir Spenser Saint John representando a su Majestad Británica señalaba lo siguiente:
Artículo I: Comenzando en Boca de Bacalar Chica, estrecho que separa el Estado de Yucatán del Cayo Ambergris y sus islas anexas, la línea divisoria corre en el centro del canal, entre el referido cayo y el continente, con dirección al sudoeste hasta el Paralelo 18°09' Norte y luego al Noroeste a igual distancia de dos cayos, como está marcado en el mapa anexo, hasta el paralelo 18° 10'Norte; torciendo entonces hacia el Poniente, continúa por la Bahía vecina, primero en la misma dirección hasta el Meridiano 88° 02' Oeste; entonces sube al norte hasta el paralelo 18° 25' Norte; de nuevo corre hacia el Poniente hasta el meridiano 88°18' Oeste, siguiendo el mismo Meridiano hasta la latitud 18° 28' V2 Norte, a la que se encuentra la embocadura del río Hondo, al cual sigue por su canal más profundo, pasando al poniente de la isla Albión y remontando al Arroyo Azul hasta donde este cruce el Meridiano del Salto de Garbutt, en un punto al Norte de la intersección de las líneas divisorias de México, Guatemala y Honduras Británica, y desde ese punto corre hacia el Sur hasta la latitud 17° 49' Norte, línea divisoria entre la República Mexicana y Guatemala; dejando al Norte en territorio mexicano el llamado Río Snoshá ó Xnohhá (AHSRE Tratados, 1972, Tomo II: 329-331).El 29 de julio de 1897 se adicionó un artículo al Tratado de Límites con México que aseguraba la libre navegación por las aguas de Honduras Británica de los buques mercantes mexicanos, el artículo firmado por Ignacio Mariscal Secretario de Relaciones Exteriores, representando al Presidente Porfirio Díaz de México y por Sir Henry Nevill Dering, Baronet de Inglaterra, Caballero de la muy Honorable Orden del Baño, enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de su Majestad Británica (AHSRE, 2005-7 f4) puntualiza lo siguiente:
Artículo III Bis: Su Majestad Británica garantiza a perpetuidad, a los barcos mercantiles mexicanos, la libertad absoluta, que disfrutan al presente, de navegar por el estrecho que se abre al Sur del Cayo de Ambergris, conocido también por la Isla de San Pedro, entre este Cayo y el Continente, así como la de navegar en las aguas territoriales de Honduras Británica (AHSRE, 2005-7 f4).
Límite entre México y Belice |
La Comisión de Límites
Como la frontera con Belice estaba definida por los ríos Azul y Hondo y este último era navegable en su desembocadura y en un gran tramo de su cauce, se presentó un problema por la acumulación de material que habían dejado en el mismo las compañías madereras, que impedía el paso libre de embarcaciones y constituía un obstáculo para el reconocimiento y la exploración del río que debía hacer la Comisión de Límites, por tanto, el 5 de enero de 1903, Ignacio Mariscal dirigió una carta a George Greville, enviado extraordinario y Ministro Plenipotenciario de Gran Bretaña, señalando que México contribuiría con los gastos de los trabajos de limpieza (AHSRE, exp. 5002-7, f. 74). Posteriormente en una carta fechada en Belice el 20 de enero de 1 905, León Gómez, integrante de la Mesa de Límites de México en Belice, se dirigió al secretario de Relaciones Exteriores informándole que estaban por emprenderse los trabajos de dragado en el río Hondo, a partir de un informe del Ing. Alex M. Lane (contratado por el gobierno de Belice); León Gómez pedía la intervención del gobierno mexicano porque consideraba que si se llevaban a cabo los trabajos como lo había sugerido Lane, el resultado sería: "la obstrucción de la barra de dicho río en el lado mexicano" (AHSRE, exp. 5002-14, f. 80) y anexaba el informe mencionado, el cual se había publicado en la Gaceta el día 14 de enero de 1905. En respuesta Porfirio Díaz solicitó a la secretaría de Comunicaciones su intervención, para lo cual fue nombrado el ingeniero mexicano Gabriel Rivera Quiroga, quien mediante un oficio, el 13 de mayo de 1905, envió un estudio con su propuesta para el desazolve del río Hondo en su barra y desembocadura; su estudio lo acompañó de planos, y Antonio García Cubas dio noticia de esto el 14 de abril de 1906 (AHSRE, exp 5002-14, f. 1 55-1 56). Posteriormente se nombró a los ingenieros Cristóbal González y Juan G. Morales, con el fin de que revisaran el trabajo que estaba haciendo el gobierno de Belice y analizaran si estos perjudicaban a México; así, en un oficio recibido por Cosío de la Secretaría de Relaciones Exteriores, dichos ingenieros informaron que se habían dragado sobre el río 50 metros de largo por 5 de ancho en dirección de la desembocadura, pero tenían que abrir el ancho del río hasta 15 o 20 metros. Estos ingenieros señalaban que el problema era que no se habían tomado las medidas necesarias para asegurar la permanencia del desazolve,
ya que no tiene protección contra los vientos reinantes, de manera que éstos, las mareas y las corrientes del río volverán a transportar la misma arena extraída, la cual volverá a azolvarlo (AHSRE, exp. 5002-14, f. 162-163).A pesar de que con anterioridad se había convenido en que el desazolve del río lo harían los dos países (México y Honduras Británica), y los costos serían financiados por partes iguales, el gobierno inglés decidió hacer el trabajo solo. Así, el 18 de mayo de 1906, se estimó que, al dividir el cauce para hacer dos canales, México saldría perjudicado, ya que
se modificará el régimen del río, porque las aguas seguirán de preferencia el citado canal y probablemente se azolvará la parte del río correspondiente a México (AHSRE, exp. 5002-14, f. 170).
Frontera entre México y Belice |
Conclusión
La frontera sur, en su mayor parte, es una frontera natural, por lo tanto, es formal, y tiene una parte artificial, definida por una línea trazada en el terreno mediante monumentos. Por el intercambio de personas podría decirse que es una frontera viva, aunque el paso de las personas tiene un componente predominantemente ilegal, debido a la intención de cruzar con el fin de llegar a los Estados Unidos de Norteamérica; así, desde este punto de vista, es una frontera blanda, porque la cruzan muchas personas, pero, a la vez es dura, por las dificultades y agresiones que sufren quienes la cruzan.
Fuentes: © Historia Y Política De México | ARCHIVO HISTÓRICO DE LA SECRETARÍA DE RELACIONES EXTERIORES (AHSRE) | ARCHIVO DE LA MAPOTECA MANUEL OROZCO Y BERRA (MMOB) | Belice, una historia olvidada | Belice, Textos de su historia | Nosotros Unidos Con Belize; Imágenes: © Dirección de Estudios Geográficos y Climatológicos | Croquis del límite Internacional entre México y Honduras Británica en la bahía de Chetumal
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