Era la 1.15 de la madrugada (23.15, hora de la España peninsular), cuando el terrorista vestigo de negro y kalashnikov en ristre irrumpió en la exclusiva sala de fiestas Reina, situada en la orilla europea del Bósforo. Los clientes -pertenecientes a la 'jet set' turca y extranjera- brindaban alegres celebrando la entrada del nuevo año. Instantes antes, -como recogen las imágenes bajo estas lÃneas-, habÃa disparado varias ráfagas contra algunas personas y coches en plena calle, a pocos metros de la entrada.
La discoteca de la ciudad turca de Estambul estaba a rebosar. Más de 500 personas celebraban el Año Nuevo, en un evento que ahora pasa a engrosar la triste y sangrienta lista de atentados perpetrados en el paÃs de Recep Tayyip Erdogan: una veintena a manos de radicales islamistas del ISIS y de las milicias kurdas, con un escalofriante saldo de 300 muertos.
El terrorista acribilló en la entrada con su AK-47 a un civil y a un policÃa encargado de la seguridad del recinto, que nada pudo hacer para repeler la mortal ráfaga. Acto seguido, y ya dentro del club, comenzó a disparar forma indiscriminada contra los asistentes, matando a 39 personas e hiriendo otras 69. Algunas lograron salvar sus vidas arrojándose por las ventanas a las gélidas aguas de Bósforo.
Tras la matanza, el asesino se cambió de ropa y abandonó el arma, huyendo del lugar.
Las autoridades han desmentido que el asaltante, que actuó siguiendo la táctica de la parisina sala Bataclán, fuera disfrazado de Santa Claus, como divulgó la prensa local en un primer momento:
He escuchado en diversos lugares que el terrorista llevaba supuestamente un disfraz de Santa Claus y entró en la sala e hizo esto. Esto no es cierto,señaló el primer ministro Yildirim a los periodistas tras visitar en el Hospital Liv de Besiktas a los heridos del atentado.
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